martes, 3 de abril de 2012

Hay nubes grises que cogen su color al estar cerca de la luna. Hay nubes sin sombra. Hay nubes densas, blancas y brillantes cuyos bordes se tocan. Hay velos blanquecinos formados por cristales de hielo. Nubes como rebaños. Hay nubes negras como montañasoscuras, que en unos instantes cubren el cielo y anegan la tierra de lluvia. [...] Hay nubes como velo de cristal. Y nubes pesadas como castillos. Nubes que nos recuerdan la cara del ser que amamos. Y nubes con rostros que no queremos recordar. Siempre viví mirando al cielo y nunca encontre dos nubes idénticas. Así quiero morir. Mirando las nubes y buscando la pregunta a una respuesta que no conozco.

jueves, 8 de marzo de 2012

Aquí, ahí, o allí. ¿Qué más da?
Este o aquel. ¿A quién le importa?
Si igual te da, o igual quieres que te de; ¿por qué agachas la cabeza cuando finges levantarla? Lo que sea que te pase, pasará rápido, y si realmente no te afecta, pasará aún más rápido. El corazón no es de piedra, pero tampoco de papel, el corazón no vuela, pero tampoco se queda congelado y aislado. Para cada situación encontrarás una cara adecuada, y para cada enfermedad, su cura. Si te pica, te rascas. Si te duele ¿qué haces? busca en lo imposible de encontrar, y encontraras lo posible más fácilmente.  Apunta alto en tus expectativas e igual se cumplan, apunta bajo y siempre acabarán por decepcionarte los descensos.
En esta vida está claro que el que no arriesga no gana, pues en el amor es igual. Si no te arriesgas a amar aunque sea a la persona equivocada nunca podrás decir que corriste el riesgo al fracaso amoroso. Pero en el lado contrario es posible que poniendo de nuestra parte y lanzándonos al vacío consigamos conocer a esa persona que llegó por casualidad y sin esperarlo y sea la que nos haga pasar los mejores momentos y a la vez por la que nos preocupemos durante mucho tiempo.

jueves, 9 de febrero de 2012


Lo que daría, por desaparecer aunque sólo fuese un par de días. Cambiar de aires, olvidarme de todo, de todos. Ni si quiera estar en mi casa. Dejarlo todo. Irme una semana, a donde fuese. A la playa, irme allí, y aun que haga un poco de frío, estaría con una sudadera, pero a la orilla del mar. Cerrar los ojos, dejar que el aire me cale hasta los huesos. Escuchar el sonido del mar, nada más que eso, no recordar nada, tan sólo que estoy allí, que nada me harta, que nada me espera.
Uno no escoge lo que le toca vivir, solo trata de hacerlo de la mejor manera, llevando el dolor y la alegría con la mayor dignidad, entendiendo que ambos son parte de la existencia. Cuando niños creemos que todo será felicidad, pero de adultos comprendemos que la vida tiene sabor agridulce. Pero ante las dificultades debemos tener serenidad y creer que lo mejor siempre será lo que va a pasar.